Rafael Santos nos cuenta cómo es la vida entre 28 hermanos

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Rafael Santos, “el turpial”, el hijo mayor del cantautor Diomedes Diaz, admite –con total normalidad- que en su familia son 28 hermanos reconocidos, “que hemos pasado por la DIAN, todos buenos amigos y todos admirando al padre”.
Es un asunto cultural, justifica Rafael, también cantante vallenato, quien acaba de interpretar a Diomedes en la serie “Rafael Orozco, el ídolo”.

“Mi papá es guajiro y su idiosincrasia es atender a todos los hogares por igual. Eso hizo con mi madre, Patricia Isabel Acosta Solano”.
“Mi abuela la vieja Elvira, la mamá de Diomedes, era buena paridera, según el abuelo, el viejo Rafa. Pienso que eso se va reflejando en la familia. A mi papá también le ha gustado tener varios hijos. Ha vivido intensamente, en medio de una gran bohemia y seguramente piensa que todo el asunto también es amor. Mi padre siente que ha amado mucho y siempre…”.
¿Y porqué Rafael Santos y no Díaz?
“Mi abuelo se llamaba Rafael María Díaz y mi padrino José Santos González. Entonces mi papá decidió ponerme Rafael de los Santos”.
¿A cuántos hermanos conoce?
Los legales hasta ahora… Los que hemos pasado por la DIAN somos 28.
¿Y qué sorpresas se ha encontrado?
Esto es bacano, sobre todo un 31 de diciembre. Todo el mundo lleva una botella y hacemos más de dos cajas. Afortunadamente mi papá nos ha enseñado a convivir, él también tuvo una familia grande, eran 9 hermanos.

¿Y usted cuántos hijos tiene?
Yo tengo uno que vale por 28. Tiene 7 años y se llama Rafael Santos Díaz Gallego.
¿Y de los 28 hermanos cuántos son músicos?
Varios. El primer cantante que salió de la familia a los 17 años fui yo. En el 99 grabé mi primer trabajo discográfico que se llamó ‘Para la historia’; después me siguió Diomedes Dionisio, que es con otra mamá.
Nosotros siempre nos hemos criado juntos en la casa. Ha existido esa relación familiar guajira que es muy penetrante, muy pura. Después fue Martín Elías, es como el más pegado radialmente y está Rafael de Jesús, Elder Dayan y vienen saliendo más.
¿Tiene hermanas dedicadas a la música?
No, en mi familia las mujeres encantan… no cantan.
¿Y para el papel en la novela compitió con alguno de sus hermanos?
Ellos (la programadora) pusieron los ojos en Diomedes Dionisio, que se llama ahora Diomedes Junior, Martín Elías y mi persona. Finalmente me escogieron a mí.
¿Es difícil dejar de ser el hijo de…  y construir una identidad propia?
Afortunadamente en mi vida mi papá y mi mamá siempre nos enseñaron en la casa a culturizarnos, a ser personas sencillas, nobles y darle gracias a Dios por las bendiciones que llegan. Nunca nos ha enfermado la fama. Todo lo que viene son gracias de Dios.
¿Cómo comentó Diomedes su actuación en la serie?
Mi papá está muy orgulloso. Como soy el hijo mayor he sido su esperanza, su orgullo. Dios me dio este talento y nunca he querido quedarle mal.
¿Y cómo está él?
Después del accidente del carro que estuvo cinco meses incapacitado ha venido haciendo sus terapias, ha sido muy juicioso con los médicos.
¿Cómo es sentirse orgulloso de un padre alcohólico, incumplido, drogadicto, además vinculado a un crimen?
Con tantos triunfos y no derrotas sino enseñanzas que nos ha dado mi papá… hemos aprendido a madurar y en esa madurez a conocerlo. Papá es excelente, como amigo es perfecto, como compadre leal, humanamente no le veo a papá sino enseñanzas.
Pero el país no lo ve así…
Bueno, el país lo ve como artista. Y tenemos que saber que antes de ser artistas debemos ser excelentes seres humanos y me parece que es lo interesante de mi papá.
Los hijos de Diomedes no somos unas ‘ovejitas de corral’ pero sí hemos aprendido mucho de nuestro padre, a tener personalidad y a enfrentar las cosas.
¿Ha sentido alguna vez vergüenza por su padre?
Jamás, orgullo y honra todo el tiempo.

¿No obstante las barrabasadas que ha hecho en varias ocasiones?
Nada es perfecto. El árbol que da frutos es al que le tiran piedra.
¿Y qué piensa usted del asesinato de Doris Adriana Niño, responsabilidad de su padre?
Una enseñanza para la familia de parte y parte. Que Dios la tenga en la gloria pero tampoco era una santa, así de sencillo.
Pero eso no justifica una muerte…
No, ni la vida tampoco. No sabemos todavía de dónde venimos ni para dónde vamos. Sabemos que existe un Dios.
Eso que acaba de decir es gravísimo, está justificando el asesinato de una mujer, a manos de su papá…
Yo estuve allí, era un niño de 17 años y me declaré impedido. Hoy pienso y digo que no era una santa.
¿Qué recuerdos tiene sobre la muerte?
Es un tema al que hace rato le echamos tierra. Las cosas se sucedieron y mi papá pagó cárcel. Los hechos quedaron esclarecidos. El pasado es pasado y por algo el presente existe. Aprendamos a vivir y  a respetar a los vivos.
¿Cerrando el tema, cómo vive su padre hoy?
Feliz, feliz, contento, cosechando triunfos porque no nos deja de asombrar Diomedes Díaz. Cada trabajo discográfico que hace es un excelente éxito para la familia incluyendo los reconocimientos que antes o después se le otorgan.
¿Con quién vive o cómo?
Vive con la comadre Consuelo Martínez en Bogotá, es una niña bogotana a quien le compuso la canción ‘Amor bogotano’. Diomedes vive en Bogotá y viaja a cantar a la Costa.
Cuando cumple…
Y cuando incumple también.
¿Y cómo se mueve en Bogotá, siendo tan famoso?
Mi papá es un hombre casero. Yo haría lo mismo, a él hay que pagar para verlo. Yo no me dejaría ver ni del celador de la casa.
Le gusta jugar con sus hijos. No ve la tele. Se sienta a comer un chivo asado con yuca, con la mano y sin cubiertos, en el suelo. Come con la mano como comen los guajiros de antes. Es un hombre natural. Lo que le gusta es estar componiendo, si se molesta abre una botella de whisky, se toma sus tragos… y lo que sucede en adelante lo desconozco.
¿Diomedes está controlando el consumo desmedido de trago?
Papá nunca va a dejar de tomarse sus tragos porque es un hombre bohemio y gracias a esos tragos tuvo sus éxitos musicales.
¿Cuál es la mejor canción de Diomedes, la que a usted le llegue más al alma?
‘Mi muchacho’. Definitivamente es una canción que me hizo mi papá a los cinco años y se ha convertido en un himno en Colombia, de padre a hijo y de hijo a padre.
Édgar Artunduaga

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